Una vez en la Cumbre, cerca de una enorme estatua de Cristo, nos preparamos, nos equipamos, revisamos la bicicleta y nos lanzamos por las rampas de la carretera asfaltada rodeados de los picos rocosos del Wila y del Kasiri, ambos de más de 5200 m. Paramos ocasionalmente para tomar fotografías y contemplar el paisaje que nos rodea. Seguidamente se continua el vertiginoso descenso hasta la entrada de un oscuro túnel. Llevamos 15 km de descenso. Se cruza el túnel sin iluminación, de unos 200 metros de largo y llegamos hasta el control militar de Unduavi. Nos bajamos de las bicicletas para cruzar a pie la barrera militar y paramos a descansar durante unos 10 minutos.

A partir de Unduavi la carretera durante unos 4 kilómetros asciende ligeramente, en lo alto del repecho la carretera asfaltada pasa a ser una pista de tierra. Seguimos durante unos kilómetros hasta llegar al cruce donde se desdobla la carretera. Estamos a unos 3000 metros de altitud y por la izquierda nace la carretera nueva, acabada en el año 2000, por donde circulan pequeños vehículos y algunos microbuses (está prohibida la circulación de bicicletas). Por la derecha, la Ecovía...el inicio de la Carretera de la Muerte, por donde circulan los vehículos pesados y muchos autobuses (pues los puentes y viaductos de la carretera nueva no están diseñados para el paso de vehículos de alto tonelaje !!! ). Hacemos una parada de media hora para comer y beber antes de disponernos a empezar la bajada. Un bocadillo, unas papas fritas y una mandarina son nuestro menú de hoy...todo ello regado con un vaso de Pepsi-Cola boliviana.

Una vez alimentados, nos montamos en nuestras bicis y empezamos a descender, rodeados por una densa niebla, los primeros kilómetros de la carretera. En este sector la pista está muy embarrada y presenta algunas roderas signo de los númerosos camiones que circulan por esta vía. La carretera se mantiene "ancha" durante los primeros kilómetros por lo que podemos bajar a una buena velocidad. Cruzamos los pequeños poblados de Cotapata y Chuspipata donde algunos perros se atraven a salirnos al paso y donde los niños nos miran asombrados...esos "gringos" locos!!!

La velocidad se acaba en pocos kilómetros pues entramos en la parte más impresionante de la carretera de las Yungas. La carretera se estrecha hasta tener un máximo de unos 4 metros de ancho. A la derecha tenemos un paredón rocoso donde cuelgan lianas y otras plantas tropicales y por donde caen numerosos saltos de agua, que a modo de cortina cruzan por encima la plataforma de la carretera; a la izquierda una caída vertical de 300 metros hasta el fondo del valle. Estamos en el sector de las cascadas de San Juán.En este sector, las normas de circulación se invierten. Los vehículos que bajan deben de mantenerse a la izquierda, al lado del barranco, mientras que los que suben tienen que arrimarse a la pared interior. La razón es muy fácil. El conductor que baja al estar a la izquierda puede controlar mejor lo cerca que están las ruedas del abismo.....yo diría mejor...controlar lo cerca que está de irse al "otro barrio".

Por este motivo, los ciclistas deben circular con precaución en este tramo, controlando cuando se acercan los camiones y parándose en los pocos descansillos o pequeños entraderos que existen durante la ruta. Este es el tramo más espectacular y peligroso de la carretera. Durante su trayecto observamos numerosos signos de accidentes, multitud de cruces, placas, incluso restos de la chatarra de vehículos que cayerón por el precipicio. En dos palabras...IM-PRESIONANTE. Para explicar un dato, una semana antes de nuestra visita había caído en ese sector un autocar con 33 pasajeros...ninguno de ellos se salvó.

Una vez superado este sector, continuamos por una pista menos expuesta...a menudo podemos observar, a modo de balcón, por debajo nuestro las lazadas de la carretera que todavía nos quedan por superar. Estamos rodeados totalmente por un exhuberante bosque sub-tropical. Paramos a descansar en una zona donde la carretera se ha deslizado ligeramente, la constante humedad del ambiente, los númerosos cursos de agua que cruzan la pista y el incesante tráfico de pesados por la zona hacen de esta ruta una zona propicia para los corrimientos de tierras. Cerca de aquí un anciano regula la circulación de vehículos a través de una barrera a modo de peaje...como no, cada vehículo que pasa debe abonar una propina para el bolsillo del viejete.

Miramos el altímetro, estamos a 1800 metros, ya llevamos 2900 m de desnivel descendidos. A fondo, ya podemos observar subido en una loma, el pueblo de Coroico. Debajo de él, en el fondo del valle, la población de Yolosa, punto final de nuestro descenso. El último tramo es ya más sencillo y el piso de la carretera está en mejores condiciones por lo que tomamos una buena velocidad en algunos puntos, excepto cuando tenemos que cruzar algún pequeño torrente que cruza la traza.

Finalmente, después de 64 km de descenso llegamos a Yolosa, pequeño poblado donde nos podemos asear mínimamente en unos baños públicos y donde nos tomamos otra Pepsi-Cola por medio boliviano. Cansados pero satisfechos por la experiencia vivida dejamos las bicis y nos montamos en la furgoneta "escoba" que nos ha ido siguiendo durante el descenso. Con ella subimos hasta Coroico donde damos un paseo y subimos hasta la ermita del Calvario desde donde podemos tomar unas vistas de la carretera que hemos descendido.

A media tarde y después del descanso en Coroico tomamos de nuevo la furgoneta que nos lleva a través de la carretera nueva otra vez al paso de la Cumbre y de allí hasta la Paz.

Más fotos:
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Actividad realizada el 27 de agosto de 2003.