ARTÃCULO:
POR EDUARDO MARTÃNEZ. 26-10-2004
Revista On-line. Tendencias CientÃficas.
Debido a la influencia de El Niño, los más pequeños desaparecerán en 20 o 30 años.
Los glaciares andinos han entrado en una fase acelerada de retroceso debido al calentamiento global y al fenómeno meteorológico conocido como El Niño, estimándose que desaparecerán completamente en 20 o 30 años. CientÃficos de 15 paÃses reunidos en Huaraz (Perú) han expresado su preocupación por estos procesos, que inciden sobre los acuÃferos y los núcleos de población de cuatro paÃses latinoamericanos.
Los glaciares andinos han entrado en una fase acelerada de retroceso, tanto en el norte de la cordillera (Ecuador, Perú y Bolivia), como en el sur (glaciares Echaurren y Piloto Este, en los Andes de Santiago y Mendoza, respectivamente) y el extremo sur (San Lorenzo, Andes de Patagonia y Tierra del Fuego).
Asà se ha puesto de manifiesto en el congreso "Retroceso Glaciar en los Andes y Consecuencias para los Recursos HÃdricos), celebrado en Huaraz, Ancash, Perú, entre los dÃas 6 y 9 de julio de 2004, con la participación de 120 investigadores procedentes de 15 paÃses (europeos, norteamericanos y latinoamericanos).
Los glaciares tropicales cubren una superficie de 2.500 kilómetros cuadrados, pero son particularmente importantes, primero por los recursos hÃdricos que otorgan a los poblados próximos, pero también a nivel cientÃfico. Los glaciares constituyen las reservas sólidas de agua dulce y por su gran sensibilidad al cambio climático, los glaciares tropicales representaban excelentes indicadores de la evolución del clima.
Desaparición en 20 o 30 años
En América Latina, los glaciares tropicales están ubicados mayoritariamente en la Cordillera de los Andes: 71% en Perú, 20% en Bolivia, 4% en Ecuador y 4% en Colombia. Estos glaciares tropicales presentan un retroceso acelerado desde mediados de los años 70.
Sólo algunos glaciares parecen avanzar, pero esto se debe, bien a condiciones climáticas locales (Perito Moreno, Argentina), bien a cortos perÃodos de tiempo (Quelccaya o el glaciar 15 del Antisana, en Ecuador) durante la última fase frÃa del ENSO (El Niño-Southern Oscillation), un modo de variación climática oscilatorio a escala inferior a la década.
Muchos de los glaciares de los Andes pierden densidad rápidamente y según el IPCC (panel de la Organización de las Naciones Unidas que agrupa a las deferentes investigaciones internacionales sobre el cambio climático) estos glaciares desaparecerán completamente en 20 o 30 años.
Marco Zapata, Coordinador General de la Unidad de GlaciologÃa del INRENA, señaló al respecto que en 1970 existÃan en el Perú 18 grandes áreas glaciares o cordilleras que cubrÃan una extensión de 2,041 kilómetros cuadrados, pero que esta extensión se habÃa reducido a 1.595 kilómetros cuadrados en 1997, lo que significa que en sólo 27 años se produjo una reducción del 21.8%.
Asimismo, tal como reflejó el INRENA en un comunicado, Zapata anunció la próxima desaparición de los glaciares ubicados por debajo de los 5.500 metros, siempre que se mantengan las tendencias climáticas actuales.
Tendencia desde los 70
La tendencia al retroceso de los glaciares andinos se ha amplificado desde finales de los años setenta, perÃodo en el que el fenómeno climático conocido como El Niño se hizo más frecuente e intenso.
Para averiguar la posible relación entre El Niño y la evolución de los glaciares andinos, el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de Francia, junto con el Instituto de Hidráulica e HidrologÃa de Bolivia y el Instituto Nacional de MeteorologÃa e HidrologÃa de Ecuador, montaron en 1991 una red de observación de la decena de glaciares presentes a lo largo de la cordillera de los Andes.
La red observó particularmente a dos glaciares representativos de la región, el Antizana, entre 5,670 y 4,800 m de altitud, en Ecuador, y el Chacaltaya (5,375 m a 5,134 m), en Bolivia. Lamentablemente, pocos glaciares en la Cordillera de los Andes son observados regularmente por su balance de masa, por lo que la mayor parte de las observaciones proceden de imágenes de satélites o de fotos aéreas.
El análisis de los datos recopilados en este tiempo, y dados a conocer en el congreso de Huaraz, muestra que el balance de la masa de los glaciares (es decir, la diferencia entre la acumulación de nieve y hielo y su desaparición) está directamente relacionado por el ENSO (Efecto multiplicador de El Niño).
Durante las fases calientes de El Niño, los glaciares pierden al año un grosor de 600 a 1.200 milÃmetros. Sin embargo, durante el perÃodo opuesto (La Niña), más frÃo y húmedo, los glaciares se equilibran y llegan en ocasiones a alcanzar un excedente que impide temporalmente su declive.
El efecto amplificador de El Niño sobre el deshielo de Los Andes se relaciona con el fenómeno conocido como albedo, que es el poder reflectante de las radiaciones solares sobre el glaciar.
Durante El Niño, las precipitaciones bajan y la atmósfera se recalienta. La capa de nieve disminuye con el albedo, lo que acelera la pérdida de masa helada. El fenómeno resulta más inquietante porque se superpone al calentamiento global, que afecta también a la región.
Un ejemplo citado por los especialistas se refiere al déficit anual medio del glaciar de Chacaltaya en Bolivia, que pasó de 0,6 m de agua entre 1963 y 1983, a 1,2 m entre 1983 y 2003. A este ritmo, los expertos predicen su completa desaparición antes de 2015.
Impacto hidrológico
Un efecto de estos cambios en los glaciares se refiere al régimen hidrológico de las cuencas, que varÃa en función del volumen de masa helada en las montañas.
En varios lugares de los Andes se ha notado desde hace unas décadas un aumento significativo de los volúmenes escurridos en cuencas con glaciares (Cordillera Blanca), a pesar de una disminución de las precipitaciones (por ejemplo en Chile entre los 27° y los 40° de latitud sur).
En Cordillera Blanca del Perú, los caudales glaciares han aumentado significativamente desde el Pacific shift de 1976 y van a seguir aumentando en el futuro (según los escenarios del IPCC) hasta una fecha a partir de la cual van a disminuir. Esta fecha depende mucho de la tasa de glaciación que existe en dichas cuencas, según los expertos reunidos en Huaraz.
Varias de las comunicaciones del congreso también han permitido relacionar mejor la evolución de los glaciares con los parámetros climáticos regionales. Por ejemplo, las precipitaciones de verano sobre el Altiplano son relacionadas con el flujo de monzón que viene del Atlántico vÃa la AmazonÃa, a pesar de que las precipitaciones son debidas principalmente a la convección afectando el aire húmedo sobre el Altiplano mismo. Las precipitaciones de invierno (temporada seca) son asociadas a situaciones sinópticas bien particulares ("bajas segregadas" o "cut-off", y otras).
Aumento de las temperaturas
En el pasado, la multiplicación de esas anomalÃas de precipitación de temporada seca podrÃan haber tenido una influencia importante sobre los balances de masa de los glaciares, aumentando el albedo en la entrada del verano. En los Andes, muchas regiones conocen actualmente un aumento significativo de temperaturas (Chile y Argentina centrales, Andes centrales de Bolivia y Perú).
En el Chile central, la isoterma 0°C (isotermas son las lÃneas que unen los puntos del mapa en los que existe la misma temperatura) ha subido de 170m a 245m en los últimos 30 años y las precipitaciones tienden a bajar, lo que explica probablemente el déficit generalizado de los glaciares de la zona.
En los Andes Argentinos, las precipitaciones aumentan al norte (frontera con Bolivia) y bajan en el Sur (Patagonia), reflejando un origen atlántico más dominante de dichas precipitaciones.
Al contrario de los glaciares alpinos, que experimentan un largo periodo de acumulación en invierno y un breve periodo de ablación en verano, los glaciares tropicales están permanentemente sometidos a un régimen de pérdidas en su parte inferior, que alcanza su nivel máximo durante el verano austral, de octubre a abril. En esa época es cuando coinciden el mayor calentamiento del Sol y las máximas precipitaciones.
También en otras latitudes
El proceso andino no es el único, ya que el deshielo afecta también a otros glaciares. En el Ãrtico, la capa de hielo es casi un 40% más delgada que hace 40 años mientras en la Antártida los glaciares pierden 1,2 metros de grosor cada año, lo que eleva progresivamente el nivel del mar.
En Europa se estima que dentro de un siglo se producirá la casi total desaparición de los glaciares del viejo continente, de los cuales sólo quedarÃan restos debajo del permafrost que, con el transcurso del tiempo, también desaparecerÃan.
IMÃGENES:
Imagen 1:
El glaciar Qori Kalis es la región de hielo más grande del casquete Quelccaya en la zona más alta de la Cordillera Vilcanota en el sudeste de Perú. Estas son consideradas las Montañas Sagradas de la civilización inca. Este casquete de hielo ha retrocedido como mÃnimo un 20 por ciento desde 1963. Foto por: L.Thomson/ Byrd Polar Reseach Center.
Imagen 2:
El Qori Kalis está desapareciendo a una velocidad alarmante: entre 1998 y 2001 retrocedió un promedio de 155 metros por año - 32 veces más rápidamente que lo que retrocedió desde de 1963 a 1978. Foto por: L.Thomson/ Byrd Polar Research Center.
Imagen 3:
Evolución del Glaciar de Chacaltaya (Cordillera Real, BolÃvia) en las últimas décadas. La lÃnea roja indica la extensión del glaciar en 1940, la amarilla lo que se espera para 2010. La azul la extensión en 1982 y la negra la extensión en 2001. Foto por: BBCMundo.com (22/12/04)
Imagen 4:
Fotos mostrando la evolución del Glaciar de Chacaltaya (BolÃvia). Foto por: BBCMundo.com (22/12/04)
Imagen 5:
Comparación de dos fotografÃas aéreas a escalas similares, donde se muestra la disminución del área del glaciar del Nevado Santa Isabel (Cordillera Central de Colombia, 5110 m) entre el 1959 (izquierda) y el 1996 (derecha). Las flechas de color rojo detallan puntos de comparación. Obsérvese que en la foto de 1996 aparecen afloramientos rocosos en la cima del glaciar. Foto por: IDEAM (Instituto de HidrologÃa, MeteorologÃa y Estudios Ambientales de Colombia).